Guillermo Alonso del Barrio
A raíz de una (más bien breve) retrospectiva de Alfred Hitchcock que ha tenido lugar durante la época de trabajos en mi dulce hogar, se me ha ocurrido que podría ser una buena oportunidad para recordar la figura de Saul Bass, un todo un artista en un campo que antes de su llegado (y posiblemente, después de ésta) había sido ignorado y mirado por encima, sin atraer muchas atenciones.
Saul Bass, como ya he comentado, se hizo famoso como artista a la hora de diseñar los títulos de inicio de películas a partir de la década de los 50, sobre todo gracias a sus colaboraciones con el director británico: buenos ejemplos de ello son, por decir algunos títulos, Vertigo o Psicosis, donde desde los primeros minutos de filme, y acompañado de la música de Bernard Hermann, Bass introduce al espectador en la película gracias a una estupenda combinación de tipografía, recursos gráficos y la distribución de ambos en la pantalla.
Y es que esa fue la gran característica de este hombre: la capacidad de elevar los títulos de crédito al nivel del resto de la película (en algunos casos, incluso más por encima). POr desgracia dicha habilidad dejó de estar en boga a partir de los 80 (y los consiguientes excesos horteras, en todos los ámbitos de la cultura). DUrante sus últimos años, a mediados de los noventa, conoció una nueva edad de oro gracias a otro gran cineasta, Martin Scorsese, quien le contrató para las que serían sus tres últimas películas (las de Bass, quiero decir): El cabo del miedo, La edad de la inocencia y Casino.
Como ejemplo, los trabajos de Bass en Vertigo y Psicosis (especial atención al segundo)
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